El día de
ayer hice algunas declaraciones en Facebook sobre mis consideraciones acerca
del aborto y por las respuestas que recibí estoy segura que debe haber una
carta camino al Vaticano con intenciones explicitas de condecorarme como el
Anti-Cristo. La verdad es que aún me sorprende no haber encontrado una
manifestación frente a mi casa con carteles diciendo que soy una asesina en potencia y que
las feministas somos la perdición de la sociedad. Precisamente ese es el
problema del diálogo con respecto a la legalización del aborto. Se habla mucho
desde las pasiones y se pierde de foco que no se discute la imposición de un
tratamiento médico sino la libertad que debe tener una mujer de optar por someterse
a éste o no. Estar en contra del aborto no significa que el Estado no deba ofrecer
a las mujeres la oportunidad de decidir sobre sus vidas.
Para dejar
claro lo que ya es evidente: estoy a favor de la legalización del aborto bajo
cualquier circunstancia y según regulaciones preestablecidas por el Estado. Sí,
leyeron bien… bajo cualquier circunstancia. Ahora, antes de que empiecen a
satanizarme, permítanme explicarles por qué...
Mi cuerpo, mis decisiones.
La razón
principal es obviamente que la mujer debe ser capaz de decidir sobre su cuerpo
y su vida. Sobre cuándo y cuántos hijos quiere tener. La penalización del
aborto sugiere que el Estado y los congresistas pueden tomar mejores decisiones
sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, que las mujeres mismas. La ideología
subyacente no solo es denigrante, sino también peligrosa. Al final, no se cree
que las mujeres puedan decidir por ellas mismas lo que más les conviene. Otra
persona (que no tendrá que hacerse responsable por el embarazo, sus costos y
consecuencias) sin embargo, parece estar más capacitada para hacerlo.
Cuando
pensamos en despenalizar el aborto nos llegan a la mente excepciones bajo
las cuales el aborto sería “entendible” o al menos “perdonable”, como que la
vida de la madre esté en riesgo o el niño es el resultado de un incesto o
violación. Empero, este retrato imaginario ignora la gran cantidad de
mujeres que deciden interrumpir su embarazo porque simplemente no desean tener
hijos. El 61% de las americanas que se practican un aborto, ya son madres, simplemente no pueden o no quieren tener más hijos ¿y saben qué? Eso está
perfectamente bien. Nadie podría aseverar que son malas personas o que no serán madres amorosas para los hijos que ya tienen o los que puedan decidir tener en el futuro. Las razones que las conducen a tomar esta decisión no son problema
mío, ni problema suyo.
Sentenciada al embarazo
Siempre que
nos sumergimos en discusiones sobre el aborto vamos a escuchar a alguien decir
que: “si quedó
embarazada por tener relaciones y ser una irresponsable, que tenga su muchacho”.
Yo no dejo de preguntarme si acaso soy la única persona que se da cuenta de que la gestación de la criatura es vista como un castigo para la madre que deberá hospedarla en su vientre. Se
pretende entonces, que una legislación que le prohíba a esa mujer terminar con
su embarazo, no solo la obligue a tener el bebé sino a despertar el “instinto
maternal” para recibirlo como la mayor bendición que llegó a su vida, cuando en
muchos casos… no lo es. Ese niño puede significar el mayor obstáculo para su
realización profesional y personal. El embarazo no debe ser un lamento para la
madre, sino un gozo. Por lo tanto, ella debe decidir en qué momento de su vida
puede y desea tenerlo.
Además,
cuando se habla de irresponsabilidad se hace bajo la premisa de que la pareja
dispone de toda la información sobre sexualidad responsable y aún en conocimiento
de los riesgos y los medios de prevención, deciden tener sexo sin protección. Legislar en contra del aborto hace que
jóvenes (especialmente mujeres) deban cargar con la responsabilidad de un
sistema educativo negligente y manipulado por los intereses de la Iglesia
Católica y de una familia que, por las razones que fueran, no ofreció las
orientaciones suficientes sobre un tema tan vital como la salud sexual y
reproductiva.
Ahora bien,
sé que muchos de ustedes posiblemente están gritándole a la pantalla que ese embarazo está dentro del plan divino de Dios y
que la providencia tiene razones buenas, incuestionables y desconocidas para
que la niña tenga ese bebé y créanlo o no: yo lo respeto. Si los dogmas y las
creencias de alguien lo llevan a vivir siendo el actor de una obra que otra
persona escribió, supongo que no tengo nada que objetar en contra. Sin embargo,
es necesario respetar que otras personas opten por vivir sus vidas siendo los
guionistas, directores y protagonistas de la misma, sin temor a desatar la ira celestial. Ciertas afiliaciones e
interpretaciones religiosas no pueden superponerse a otras, especialmente en un
país donde la libertad religiosa y de culto es un derecho constitucionalmente reconocido.
Y si me violaron?
El principal
argumento en contra del aborto en casos de violación es que la criatura resultante no
tiene la culpa del delito y por tanto, no debe sufrir las consecuencias. Lo que
me llama la atención aquí es que la joven que es víctima del crimen y que ninguna culpa tiene de que su agresor haya decidido violarla y embarazarla, debe
continuar con el embarazo porque el bebé no es responsable por el acto. Es como colocar en un ring de boxeo los derechos de una mujer con sueños, metas e ilusiones y los de un embrión invisible al ojo humano. Todo
indica que el huevo fertilizado tiene todas las de ganar.
Me parece triste que un hombre, que además de todo es un criminal, pueda determinar todo el futuro de una mujer y hayan personas justificando escenarios como este caminando como si nada entre la gente decente.
Es indetenible
Ninguna ley ha logrado detener el aborto, solo convertirlo en un procedimiento médico riesgoso que si bien podría hacerse con los más altos estándares de sanidad, gracias a nuestra legislación debe efectuarse en la clandestinidad. Según informes, se estima que en la República Dominicana
se practican 90,000 abortos al año. Esta cifra pone muchas cosas en manifiesto,
la más resaltable es la obsolescencia del artículo 37 de la Constitución, que no impide el aborto
pero sí es responsable de que el 20% de las muertes maternas sucedan por
abortos mal practicados.
La evidencia empírica sugiere una sola cosa: las mujeres van a terminar sus embarazos cuando deseen hacerlo, con o sin el amparo de la ley. Mantener el aborto penalizado no es más que darle la espalda a una realidad social cuyo desconocimiento nos cuesta la vida de seres humanos. Es además discriminatorio. Las mujeres pobres son las más perjudicadas pues sus limitaciones económicas las obligarán a recurrir a centros médicos de mala muerte, en oposición a aquellas que pertenecen a sectores económicos más privilegiados y que pueden costear mejores servicios o viajes al exterior para hacerse el procedimiento.
¿Queremos madres o incubadoras?
Cualquier
disposición legal que prohíba el aborto obliga a las mujeres a ser incubadoras
de bebés, no a ser madres. Cuando no se le permite a una adolescente abortar,
realmente se está obligando a los padres de la joven a tener un nuevo hijo, que
aunque se haya gestado en el vientre de la niña, de facto será el hermano de su
madre, no su hijo. Una niña no tiene ni los recursos ni la madurez para criar a
un infante. Es como si la sociedad sufriera de miopía. El embarazo es a penas la primera etapa de la maternidad. Lo más lamentable es que las mal denominadas campañas Pro-Vida (que deberían mejor llamarse pro-gestación) se detienen en el momento en que la criatura abandona el cuerpo de la madre, desatendiendo completamente la vida que le espera.
Las precariedades socioeconómicas son una de las tres principales razones por las que las mujeres deciden abortar en cualquier parte del mundo. ¿Qué destino
puede ofrecerle una familia en situaciones de pobreza y vulnerabilidad a un
niño que no tenían pensado tener? Pero claro, alguien diría que es mejor
vivir en penuria que no vivir en lo absoluto. Yo me atrevo a diferir con eso.
Que existan casos extraordinarios y únicos de superación, no borra que la mitad de los niños de la República Dominicana nacieron en situaciones de pobreza y
morirán de la misma forma. Una mujer debe poder decidir si quiere o no traer un
niño al mundo, según las condiciones de vida que pueda ofrecerle.
No, lo que estás pensando no es la solución.
Mantenerse
casta hasta que cumpla 30 y esté lista para tener hijos no es la respuesta a
este problema. (Aunque debo aprovechar este espacio para recordarle a los
fanáticos religiosos que la misma Iglesia que está en contra del aborto, está
en contra de tener relaciones sexuales antes del matrimonio… así que si vas a
ser coherente con tu credo quizás quieras reconsiderar tus planes para este
viernes por la noche ;)). Volviendo a mi punto, el sexo es una experiencia
maravillosa de intimidad y acercamiento entre dos personas que se aman y
quieren materializar de alguna forma sus sentimientos. Es también un mecanismo
reproductivo y de preservación de la especie. Pero sobre todas las cosas, es la
fuente de placer más deliciosa que existe. Seamos honestos… ¿quién no quisiera tener esa sensación de que va a explotar con más fuerza que Hiroshima o Nagasaki al menos una vez al día? El sexo
es una necesidad humana y ni hombres ni mujeres deberían tener que restringirse
de disfrutarla plenamente, una vez hayan alcanzado la madurez de decidir
conscientemente que quieren hacerlo.
Comentarios
finales
Para bien o
para mal, el derecho a la libertad de expresión permite a los hombres dominicanos
tener una opinión sobre la despenalización del aborto. Resulta particularmente
irónico considerando que en el país de las maravillas la paternidad
irresponsable está por encima del promedio de la región. Según la Procuraduría
General Adjunta para Niños, Niñas y Adolescentes, 14,000 padres son demandados cada año por pensión alimenticia, de los cuales el 80% es reincidente en el
incumplimiento de la sentencia. Para ponerlo en perspectiva, más de 3 millones y medio de personas viven en hogares monoparentales dirigidos por mujeres que no cuentan con apoyo de un cónyuge. No es un secreto para nadie que tener un hijo y desentenderse de las
responsabilidades asociadas es el deporte más practicado en la República
Dominicana. Son esos mismos hombres los que se pronuncian en contra del aborto
y cómo no? Si tener un hijo tiene poca o ninguna consecuencia para ellos. Aunque
reconozco que dentro de una pareja estable debe dialogarse la decisión de continuar o
no con el embarazo, la palabra final es de quien tenga el útero que alojará a esa vida.
Mantener el aborto penalizado no es abogar por la vida sino en contra del derecho a la autodeterminación. Legalizar el aborto no es legislar en contra de la vida sino a favor de la libertad de elección.
Pamela Martínez Achecar
This work by Pamela Martínez Achecar is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License.
Lo leí enterito, me encanto, mejor explicación que esa no hay.
ResponderEliminar#DéjalaElegir ¡Me uno a la campaña!
ResponderEliminarExcelente!
ResponderEliminarMuy buen ensayo, escribes bien o.o. Estoy de acuerdo contigo. Pienso que penazilar el aborto no tiene ninguna solución alguna ya que las personas que pueden o se van a otro país hacerlo o buscan a algun medico que lo haga ilegalmente aquí. Tambien forzar a alguien a tener un hijo que no puede o simplemente no quiere va a traerle problemas a la familia, por ende al muchacho y por consecuente a la sociedad. #dejalaelegir
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