Durante el
fin de semana tuve una discusión con un profesor sobre lenguaje inclusivo y aunque
no pretendo aquí entrar en los pormenores del enfrentamiento sí quiero que
hablemos brevemente sobre la gota que derramó mi vaso durante la discusión: el momento
en el que el profesor decide objetar que “hay demasiadas sensibilidades con eso
del lenguaje inclusivo” frase que termina siendo coronada con un “tú estás muy
sensible.”
Mi
indignación se disparó a niveles estratosféricos tan pronto escuché esas palabras salir de su boca,
especialmente al ser dichas dentro de un escenario académico. El problema es
que, aunque muchas personas puedan estar de acuerdo en que los comentarios
estuvieron fuera de lugar, hace falta una explicación un poco mas profunda para
entender porque me sentí abofeteada por el machismo y profundamente discriminada
por ser mujer.
Históricamente,
las mujeres hemos sido asociadas a la inestabilidad emocional. Retratadas como seres
gobernados por las emociones. De hecho, la palabra histeria originalmente era
definida como un desorden nervioso y una condición neurótica asociada a las
mujeres, causada por una disfunción del útero (hystericus del latín= de la
matriz o útero). El adjetivo lunático comparte su origen etimológico en
concepciones de la misma naturaleza. Antiguamente se definía como aquella persona
que sufría de locura o demencia temporal, dependiendo de los cambios de la luna
(es decir, del período menstrual).
Es evidente
que estos estereotipos de género tienen raíces muy profundas en nuestro lenguaje
y justamente el lenguaje juega un rol crucial en modelar nuestras conductas y
percepciones sobre el mundo que nos rodea. El lenguaje sostiene una relación dialéctica
con la conducta, el primero condiciona a la segunda y viceversa. Es por eso que
las palabras que usamos para definir a hombres y mujeres terminan dictando dinámicas
de poder opresivas. La forma en que caracterizamos a los actores dentro de la
sociedad nos predispone a evaluar y juzgar sus acciones y decisiones. Por eso, definir
a las mujeres como seres sensibles, guiados por sus emociones, es una manifestación
clara del machismo y la misoginia por constituirse como un esfuerzo en
arrastrar a las mujeres, y sus acciones y decisiones, lejos del campo de la
lógica y por tanto, se deslegitima cualquier postura o planteamiento que
defiendan.
“Estás muy
sensible” es una frase que se pronuncia como mecanismo de control, que obliga
al otro a la sumisión, por reforzar una relación de verticalidad entre los
interlocutores. Me obliga a cuestionarme, no solo mis ideas sino la validez de
mis emociones. Además, lo exime a él de la responsabilidad de ver más allá del
horizonte de su idiosincrasia, al darse a sí mismo una razón “legitima” para no
escucharme.
Cuando el
profesor me dijo que estaba muy sensible, lo que realmente me estaba diciendo es
que ninguno de los argumentos que había planteado para defender mi postura eran
admisibles en el debate; porque yo, mujer, ser irracional, estaba hablando
desde mis emociones y eso no tiene espacio ni en la academia ni en la ciencia.
Haberme dicho que “el lenguaje inclusivo es un tema de sensibilidades” significa
que desde su cosmovisión es imposible concebir un argumento dentro del marco
lógico que explique la necesidad de utilizar un lenguaje capaz de representar
tanto a hombres como mujeres por igual, sin discriminación. Al final, me simplifica,
me infantiliza, me descalifica.
La pregunta
del millón de dólares es entonces ¿habría el profesor utilizado otro adjetivo
para describirme si fuera hombre? Posiblemente. A pesar de que podría citar
un buen número de estudios que aseguran que no hay diferencias en la forma de
experimentar las emociones basadas en el género.
Siempre que permitamos estas micro expresiones
de machismo, seguiremos fomentando una sociedad donde las ideas y opiniones de las
mujeres son fácilmente invalidadas con una sola palabra. Pero el silencio
estoico jamás ha derrotado nada. La próxima vez que alguien, sea quien sea, intente
argumentar que “estás muy sensible” para escapar de una discusión, no se lo
permitas.
Pamela Martínez Achecar
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Más de una vez me ha pasado. Y hay quien se entromete en mis debates con otros y dice: "Está histérica, no le hagas caso." Sin siquiera saber de lo que hablo. ¡A trabajar duro para cambiar a mejor!
ResponderEliminarQuizás no te des cuenta pero al explotar de esta manera quizás algunos puedan darle la razón al profesor. Parecería que de verdad estás muy sensible que te tomaste tan a pecho el asunto que vienes a hacer un post donde él no puede defenderse.
ResponderEliminarBasura retrograda de comentario ese Anonimo...
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente reflexión aún no se acaba de entender el papel del lenguaje en la reproducción de una visión del mundo que discrimina por género, raza u otra condición.
ResponderEliminar¿habría el profesor utilizado otro adjetivo para describirme si fuera hombre?
ResponderEliminarRespuesta : El mismo adjetivo.
"When women criticized men, I called it “insight,” “assertiveness,” “women’s liberation,” “independence,” or “high selfesteem.” When men criticized women, I called it “sexism,” “male chauvinism,” “defensiveness,” “rationalizing,” and “backlash." Warren Farell
@ErikVegas
" La próxima vez que alguien, sea quien sea, intente argumentar que “estás muy sensible” para escapar de una discusión, no se lo permitas. "
ResponderEliminarDe acuerdo . Algunos hombres responden y se defienden , otros no. Es igual en las mujeres. Respondan . Sean asertivas , no victimas.